miércoles, 25 de marzo de 2009

ALGUIEN RECORDABA MI NOMBRE (2)

No sé cuánto tiempo pasa, muchas horas probablemente, y yo estoy desesperada. Es culpa mía. Yo le he forzado a esto, le he llevado hasta el límite, provocándole contínuamente. Oigo el estrépito al abrirse la puerta de una patada. Pero no es Spike. Es Angel, que casi arde bajo una manta.

-Hijo de puta... cerdo cabrón... -Angel se acerca corriendo.

-Date prisa, por favor, suéltame. Tenemos que encontrarle, tenemos que encontrarle...

-Es culpa mía. ¡Maldita sea! -encuentra la llave de las esposas y se sienta al lado de la cama, soltándome-. Tendría que haberle matado cuando tuve ocasión de hacerlo. Pensé que el chip podría detenerle... Nunca pensé que... Oh, Dios. Huelo a sangre. Estás sangrando... ¿Pero qué te ha hecho?

-¡CÁLLATE! -me levanto de la cama histérica y me pongo la ropa a toda velocidad- Tengo que salir, tengo que encontrarle...

-No -Angel me detiene, sujetándome con fuerza-. Ya no es necesario que le mates. Ya no. Le he visto. Ya es tarde. Te haya hecho lo que te haya hecho, ya lo ha pagado bien caro.

-¡NOOO! -de un puñetazo, tumbo a Angel en el suelo y le grito, medio enloquecida-. ¡No me digas que está muerto! ¡No me digas que sólo quedan cenizas! No puede. Otra vez no. No puede hacerme esto. Volver a mi vida y luego abandonarme otra vez. No. No, no, no, no, no, no...
Spike... Spike... ¿Por qué he sido tan idiota? ¿Por qué no le dije que le quería? ¿Por qué siempre se lo digo cuando es demasiado tarde? No puedo perderle otra vez, no puedo, no puedo... Otra vez no... Spike... Mi amor...-me derrumbo en el suelo llorando y Angel está cada vez más confuso.
Angel se levanta y se acerca. Se sienta a mi lado, pero yo estoy como ida, sentada en el suelo, balanceándome hacia adelante y hacia atrás, farfullando frases incoherentes, abrazada a su gabán negro de piel.

-¿Por qué me haces esto, Spike? Casi me muero cuando te perdí. Me dí cuenta de cuánto te necesitaba cuando despertaba y no estabas cerca. Porque tú siempre estabas cerca, incluso cuando todos me abandonaron, tú estuviste siempre apoyándome, y eso que te traté horriblemente. No quería reconocerlo. En ningún momento te lo dije. Lo supe, supe lo que sentía cuando era tarde, cuando ya te habías ido. Fue horrible tener que aceptar que te habías ido para siempre y volver a emprender la vida sin ti.

Entonces me llama esa zorra de Harmony, y me dice que has vuelto, que estás vivo, pero que eres suyo. Que eres su osito rubito y que no me acerque a ti, que tú no quieres saber nada de mí. Andrew me lo confirmó. Estabas vivo. No me llamaste, no me buscaste y estabas vivo. Me volví loca y me lié con el primer cabrón casanova que encontré. Con Marcus, el Inmortal. Maldito sea. No lo ví venir, no sabía que estaba ocurriendo delante de mis narices, hasta que les encontré en mi cama, a los dos. A mi hermana con Marcus, con mi hermoso y joven novio vampiro... Y entonces me di cuenta de que los años pasaban. Pasaban para mí, pero no para él. Marcus ya aparentaba la edad de Dawn, y no la mía. Me dolió la traición, pero no tanto como ver a mi hermana enamorada como una idiota de un vampiro, de un inmortal que cuando pasaran los años la dejaría por otra más joven. Estúpida. Se lo quise advertir, pero no quiso hacerme caso. No te líes con un vampiro, no cometas mis mismos errores. Nunca acaba bien, nunca puede acabar bien...-mis lágrimas caen sobre el gabán de piel.

-¿Por qué no me llamaste? -pregunta Angel-. No sabía que estabas en Sunnydale hasta ahora. Desapareciste sin dejar huella. Me tenías muy preocupado ¿sabes?

-¿Qué haces tú aquí? -Le miro asombrada. Ni siquiera me había dado cuenta de que Angel estaba a mi lado-. ¿Cómo me has encontrado?

-Spike me llamó y me dijo dónde te encontraría. Dijo que me necesitabas y... yo pensé cuando te ví que él te había atacado. Eso dio a entender él también, no sé, decía cosas muy extrañas... Ahora lo entiendo. Sonaba como a disculpa, como a despedida... Cuando llegué él estaba fuera, desnudo ante el sol y... bueno. Ahora está arriba.

-¿Arriba? ¿No ha estallado en cenizas? -Me levantó de un salto, pero Angel me detiene.

-No. No deberías verle en ese estado. No sé porqué no se ha consumido, pero las quemaduras son horribles y no creo que sobreviva, ni siquiera sé si ha sobrevivido.

No logra detenerme. Subo hacia la entrada de la cripta y allí está, sobre la manta. Todo su cuerpo está cubierto de horribles ampollas purpúreas y su piel está grisácea y cuarteada. Le toco y es como piedra candente, como piedra volcánica porosa. No se mueve. No sé si queda algo dentro de él, porque no respira, su corazón no late, pero antes tampoco lo hacía, claro. Me muerdo tan fuerte los labios que no noto que me estoy haciendo sangre. Oh, Dios, mi amor... Le beso y mi beso burbujea en las llagas de su boca, y éstas desaparecen.

-Es mi sangre... Mi sangre de cazadora...La sangre que ha estado tomando de mí impidió que explotara... Sólo mi sangre puede salvarle ahora -como loca busco en los estantes y cojo una botella, la rompo contra la pared.

-¿Te has vuelto loca? ¿Qué vas a hacer? -Angel me sujeta las manos con fuerza.

Me libero y le doy un puñetazo, pero antes de que pueda cortarme la muñeca, se lanza de nuevo sobre mí y me tira al suelo.

-Voy a hacerlo -digo con determinación-, aunque tenga que matarte para que no me lo impidas. Te juro que te mataré si no me sueltas ahora.

-Espera... -Angel intenta mantener la serenidad-. De acuerdo. Pero no lo hagas así. Puedes cortar nervios y tendones. Déjame a mí. Confía en mí. Te ayudaré.

Me suelta despacio. Me levanto del suelo y coge mi mano. La otra mano aún sujeta la botella rota, por si acaso. Acerca mi muñeca a su boca, y la besa, mirándome a los ojos. Entonces se transforma y clava fuertemente los colmillos. Sangre gotea de mi muñeca, y corro hacia Spike. Dejo caer la sangre sobre su cuerpo, untando sus ampollas, su piel quemada se regenera con el contacto de líquido rojo, pero no despierta.

-No es sólo la piel -dice Angel, acercándose-. Está quemado por dentro.

Acerco mi muñeca a su boca y aprieto para que salga la sangre con fluidez. Angel me aparta y rompe la manga de su camisa haciendo tiras, y vendándome la mano, para detener la hemorragia. Yo estoy ya muy débil para poder luchar contra él.

-¡Nooo! -lloro- No puedes detenerme ahora... Puedo salvarle. Puedo hacerlo...

-Yo también. Pero debes saber que esto lo hago por ti. No por él. No pienso permitir que te desangres por él. Eso sí, si lo hago, tienes que prometerme que te quedarás conmigo. Prométemelo.

-Lo que quieras. Sálvale y haré lo que quieras, pero por favor, por favor, Angel, sálvale.
Clava los colmillos en su propia muñeca y la acerca a la boca de Spike, vertiendo la sangre en su interior. Lo último que recuerdo es eso antes de desmayarme y despertar en el hospital.
Angel está en la sala, a mi lado. En la puerta hay un guardia de seguridad. Una enfermera sale de la habitación, y mira a Angel con cara rara. Mi brazo está conectado a un gotero de sangre.

-¿Cómo estás? -pregunta Angel, levantándose ansioso.

-No se acerque a ella -dice el guardia de seguridad, bruscamente.

-¿Y Spike? ¿Cómo está? ¿Dónde está? -pregunto yo.

-Está bien. No te preocupes por él. Está bien... -se acerca a cogerme la mano y entonces el guardia, amenazante, se levanta de la silla y Angel vuelve a sentarse.

-¿Qué ocurre? -me pregunto yo, confusa.

-Están esperando a que recuperes la conciencia. Fuera está la policía. Tenías... Bueno... Tenías, bueno... ciertos desgarros... y marcas de ataduras en las manos y en los tobillos, además de la herida de la muñeca... Creen que te he violado y que tú has intentado suicidarte por lo que te he hecho, por eso no dejan que me acerque a ti y tienes vigilancia en la habitación -Angel baja la cabeza algo azorado.

Aunque juro que Angel no me ha atacado, que nadie me ha atacado, siguen mirando a Angel con desprecio y a mí con lástima. No le detienen porque no hay pruebas ni denuncia contra él, y Angel pasó mucho tiempo llevando la firma de abogados Wolfram & Hart para conocer sus derechos. Cuando le pregunto sobre Spike, cambia de tema, sólo me dice que está vivo y que está bien.

Pero no está aquí.

Me han hecho una trasfusión de sangre y después de intentar aclarar las cosas con la policía, es casi de noche cuando dejan que nos vayamos a casa. A casa... ¿Está allí? ¿Está en casa? ¿Está aún en la cripta? ¿Es que acaso no lo ha logrado y Angel no me lo quiere decir?

Llegamos a mi casa. Vivo sobre la tienda de magia, en el piso de arriba. Es un piso pequeño y sencillo, pero no necesito más. Ahora lo único que necesito no lo tengo, porque se ha ido. Angel me ha dicho que se ha ido, que ha dejado una carta para mí y se ha marchado.

Amor, te quiero... Ahora más que nunca.
Pero una vez me dijiste que cuando el amor es pasión y la pasión es fuego, todo acaba consumiéndose hasta que no queda nada. No quiero que sea así. Tengo que irme a intentar arreglar las cosas. No puedo quedarme. Sabes que es imposible que me quede, porque acabaríamos consumidos, tanto tú como yo, y si alguien en este puto mundo merece vivir y ser feliz eres tú.
Te deseo lo mejor.
Te amo.
Siempre tuyo: Spike


Siempre mío, siempre mío... Pero no está conmigo, nunca más volverá, y así es mejor. No teníamos futuro. Nunca hay futuro con alguien así. Siempre lo he sabido, por eso no quería amarle, nunca he querido amarle, pero ese sentimiento ya estaba dentro de mí, quisiera o no reconocerlo, por mucho que quisiera negarlo yo le amaba, le amo y le amaré siempre.
Al principio no podía quererle porque no tenía alma. Era malo. En esa época era todo más fácil, blanco o negro, los buenos contra los malos, el héroe contra el villano. Ahora ya no lo veo tan claro. Con el paso del tiempo ya no se ven las cosas igual.

Porque ahora no le odiaba a él. Ni siquiera me importaba que ya no tuviera alma. Lo que odiaba de él era su inmortalidad, su eterna juventud, su eterna belleza.

Marcus me lo dejó claro. Lo ví en su mirada, no intentaba disculparse por lo evidente. Yo me hacía mayor y él no. Eternamente joven. Ya no hacíamos buena pareja. Ya no...

Cuando volví a ver a Spike en el callejón, después de tanto tiempo... Oh, Dios... Él estaba igual. No había cambiado en absoluto. Era perturbador volver a verle. Spike estaba tan guapo: sus ojos azules de hielo, sus pómulos pronunciados, su cabello rubio platino... tan atractivo como siempre. Seguía teniendo la apariencia de un joven de veintipocos años y yo... Yo ya no. Pero me seguía deseando y no pude resistirme... Oh, Dios Santo... yo también le deseaba tanto, tanto, tanto... Tanto tiempo soñando, recordando sus manos, sus labios, su cuerpo... Pero no era sólo sexo. Le amaba, le amaba tanto que quería que me matara, porque no quería seguir enamorada de mi hermoso rubio y eternamente joven vampiro y un día descubrir que me abandonaba por otra mujer más fresca, más hermosa, más joven que yo.

Por eso le odiaba y deseaba intensamente que me matara, que me mordiera. Tenía que hacerlo él. Porque así después decidiría si me dejaba descansar en paz, o me daba a beber su sangre para convertirme en inmortal, aunque perdiera mi alma, mi humanidad... Tendría la juventud eterna, para que no me abandonara nunca... nunca.

-Prefería ser un monstruo o estar muerta que el dolor horrible de su desamor, de su indiferencia con el paso del tiempo. Es difícil de entender para ti. Tú tampoco envejeces, sigues igual.

Angel me abraza y me dice que soy idiota, que sigo siendo la misma hermosa muchacha que conoció, que amó, y que sigue amando, que siempre seguirá amando por mucho que pasen los años. Angel, tan dulce, tan tierno conmigo como siempre.

Ha pasado casi un año desde que Spike desapareció, exactamente diez meses, tres semanas y cuatro días, y al final le cuento a Angel todo, todo lo que sentía, todo lo que guardaba dentro, sin ocultarle nada.

No hay comentarios: