Despierto y no está en la cama. Huele a... ¿café? Entra en el dormitorio, desnudo, con una bandeja con dos tazas de café recién hecho y una enorme cantidad de cruasans rellenos calientes.
-Buenos días, cariño -deja la bandeja en la mesita y me besa en los labios-. No sé cocinar, pero sé hacer café, calentar cosas en el microondas y abrir botellas de zumo. Supongo que te apetece un desayuno continental.
Huele a jabón, a champú, a pasta de dientes. Contemplo su cuerpo. Es perfecto. Sus músculos abdominales, sus amplios pectorales, sus brazos y piernas torneados, su pene relajado sigue siendo grande. Creo que se ruboriza y se avergüenza un poco de su desnudez y se sienta en la cama, cubriéndose con la sábana y rascándose la cabeza, el cabello algo húmedo por la ducha.
-Buenos días, William. Eres un encanto. Tengo hambre, mucha hambre.
-Sé que el café lo tomas sólo. De todas formas, no hay leche en la nevera.
-Bueno -me río-. Ya tomé bastante leche anoche. Tú eres quien deberías reponer.
Es un gozo verle comer, verle tomar café. Nada de sangre caliente con especias. Sorbe el café y me mira avergonzado.
-Me corro muy rápido ¿verdad? Creo que tengo un problema de eyaculación precoz. Intento retenerme, pero es imposible. Me pones a cien y me disparo.
-En la lucha tienes una fuerza, agilidad y resistencia comparable a un ser sobrenatural, a un vampiro. Y... bueno, anoche, en total te corriste unas siete u ocho veces, entre sueño y sueño.
-Ya, fue una noche floja, es que muchas veces no quería despertarte.
-¿Lo hubieras hecho más veces? Vaya... Pues sí. Tu energía sexual también es muy superior a la media, pero necesitas experiencia. Eyaculas muy pronto porque estás superexcitado y eso me halaga, pero hay que conseguir que te acostumbres a esa excitación, que te familiarices con mi cuerpo, que te habitúes a mi boca, a mis manos, y para eso sabes que lo único necesario es la práctica intensiva. Voy a ser muy dura. Me conoces. Los entrenamientos no van a ser nada comparado con esto.
Cuando salgo de la ducha suena mi busca, insistente. Hoy es domingo, pero yo estoy de guardia, por si son necesarios los refuerzos. Hay actividad demoníaca en un barrio de la zona norte.
-William, vístete. Nos vamos.
-¿Yo también voy? -se emociona-. ¿Voy a participar?
-Sí. Creo que para eso ya estás preparado. No son vampiros. Son demonios. Venga, date prisa, yo cogeré las armas.
Casi me muero cuando le veo salir. Lleva un vaquero, una camiseta negra... y el gabán de piel, su eterno y amado abrigo de cuero negro.
-No te importará que me lo ponga ¿verdad? He leído que yo llevaba uno como estos. Supongo que es el mío ¿no?
Es un espectáculo grandioso verle pelear. Salta por los aires blandiendo la espada como una pantera salvaje, el abrigo ondeando al viento. Sí. Ya está preparado para la lucha, porque el entrenamiento no lo es todo. Tiene instinto. Peleando es salvaje, intuitivo y mortal. Yo me mantengo al margen, controlando por si hiciera falta mi intervención. No es necesaria. Él sólo ha acabado con los cinco demonios ante la mirada de expectación de la patrulla de cazadoras en prácticas que vigilaba la zona. Me fijo en cómo le miran las chicas cuando acaba la pelea, cómo cuchichean entre ellas, "sí, es ese que fue vampiro..." "Pues yo creo que hubiera dejado que me mordiera..." y se acercan a felicitarle, incluso una le ha pedido su número de teléfono.
-Lo siento, nena -su sonrisita socarrona ilumina su cara-. No tengo teléfono móvil, pero si necesitas contactar conmigo para cualquier cosa, puedes llamar a mi novia, la señorita Summers.
Le sonrío algo asombrada. ¿Su novia? Vaya. Novios. Es raro. Mi relación con Spike siempre ha estado en las sombras, oculta, como algo inmoral. Ahora no tengo que esconderme. Puedo amarle a la luz del día. Nadie puede reprocharme que le ame, porque es un ser humano, y es maravilloso.
***
Seguimos entrenando. Cuerpo a cuerpo. Pero no es lucha, precisamente. O sí. Porque no le doy tregua. Le acoso sin descanso, en la ducha, a la hora de comer, todos los días. Le chupo, sobo, toqueteo, masturbo a todas horas, su polla entre mis manos, mis pechos, mis muslos, mis nalgas. William no se queja, le encanta el entrenamiento especial, pero eso es durante el día. Por la noche tiene que hacerme disfrutar a mí. Hacer todo lo que le pido, porque yo soy quien manda. Él no puede correrse, hasta que sea de día. Entonces le hago una mamada, cronometrando el tiempo. Sí, cada vez es más resistente, más duradero, pero aún no está listo para el paso final.
Esta mañana me enreda, como siempre, en una apuesta. Si supera la media hora mientras le hago lo que yo quiera, es libre de hacer lo que quiera él en veinticuatro horas.
Supera con creces la media hora, y eso que me esfuerzo en hacerle una supermamada exclusiva con efectos especiales. El caso es que sabía que me iba a ganar, porque tiene preparada una enorme cesta.
-Venga, vamos a vestirnos. Nos vamos. Te voy a llevar a un sitio especial. Hay que darse prisa o perderemos el tren.
Pasamos el día en la campiña inglesa, remando en el lago, tumbados al sol, con nuestra cesta de picnic. Hablamos de su futuro. Quiere ser profesor en la escuela de vigilantes y va a presentarse a los exámenes de acceso ante el Consejo. Lo tiene fácil. No sólo puede enseñar técnicas de defensa y ataque, tiene conocimientos en otras muchas áreas. Me impresiona su formación cultural tanto como sus buenos modales. Supongo que antes quería ser respetado como "malo" y disimulaba, pero William Pratt, antes de ser convertido, fue educado en el seno de una familia noble en la época victoriana. Recuerdo que en muchas ocasiones al entrar en la cripta le sorprendía leyendo poesía o ensayos filosóficos, pero rápidamente escondía el libro avergonzado. Él fue poeta. Le pido que me recite uno de sus poemas y me mira horrorizado.
-Preferirías un apocalipsis a uno de mis poemas. Te lo aseguro -me dice cogiendo flores silvestres. Ahora me mira más serio-. Necesito hacer una visita a alguien muy querido para mí y me gustaría que vinieras conmigo, si no tienes inconveniente.
Estamos en un antiguo cementerio. William se acerca a una lápida, en el panteón familiar. Anne Marie Pratt. Su madre. Se arrodilla, deja las flores sobre la piedra y se queda un rato, supongo que rezando. Yo me mantengo un poco apartada.
-Tampoco recuerdo mucho de mi vida humana anterior, pero me acuerdo de mi madre. Estaba enferma. No sé cómo murió, pero me imagino que sería a causa del estado avanzado de su enfermedad. Tú le hubieras gustado a mi madre, lo sé, y ella te hubiera gustado a ti.
No le digo que Angel me contó que él mordió y mató a su madre para convertirla, porque no quería que muriera, y que luego su madre le insinuó cosas horribles, indecentes, incestuosas y él le clavó un atizador de madera en el corazón. Es una historia terrible y no necesita saberla. Bendigo su amnesia cuando le veo dormir tranquilo, porque de otra manera tendría pesadillas con escenas de niñas muertas desangradas, mutiladas en el patio de una casa-escuela y viviría atormentado, como le ocurría a Angel o se volvería loco, como ya le ocurrió a él.
Cae la tarde y volvemos en el tren a Londres. Me abraza y me besa sin importarle las miradas de la gente. No hemos hecho nada sexual durante todo el día y está bien. Lo he pasado bien con él sin sexo, sin misiones, sin patrullas. Supongo que ha sido nuestra primera cita y ha estado muy bien. Muy bien.
En el ascensor, subiendo a casa, los besos se hacen más intensos, se pega a mí, su cuerpo se restriega contra el mío, oh, siiii... Coge mis piernas y me sube a horcajadas, su lengua entrando y saliendo de mi boca, batiéndose en duelo con la mía. Así me lleva hacia la puerta, la abre, entramos y directos al dormitorio. Me deja caer en la cama, besándome de nuevo.
-Tengo que ir al baño, y me gustaría ducharme antes -le digo.
-Claro. Tú primero, yo prepararé todo mientras, y luego me ducho yo.
¿Preparar? ¿El qué? Cuando salgo de la ducha veo lo que ha preparado. Guau. William es también un pelín retorcido. Hay unas correas en el cabezal y otras en los pies de la cama y... un maletín negro. Vaya. ¿Un maletín de juegos? Me pone la carne de gallina, si fuese el antiguo Spike, me daría miedo, pero con Willian es diferente.
-Dijiste que era libre de hacer lo que quisiera. Si no confías en mí o si no quieres, pues no hay problema. Lo dejamos.
-Sabes que confío en tí.
-En este juego hay ciertas reglas. No puedes hablar. En el momento que abras la boca para decir algo, cualquier cosa, serás sancionada y dejaré de hacer lo que esté haciendo. Sólo puedes hablar si yo te hablo antes. ¿Aceptas?
Claro que acepto. Me quito la toalla y me tumbo en la cama y extiendo mis brazos y mis piernas en cruz. William me ata con fuerza. Au. Muy fuerte. Las correas van sujetas a unas bandas elásticas, que me permiten cierta libertad de movimientos. No me dice nada y se queda un rato mirando mi cuerpo desnudo. Luego se va a la ducha. Cuando vuelve y se quita el albornoz, la erección le va a llegar al techo. Es impresionante. Le sonrío pero él no sonríe. Se acerca despacio, como un jaguar, sin dejar de mirarme. Se abalanza sobre mí y me besa con rudeza, su lengua invade mi boca con agresividad, los dedos me oprimen con fuerza los pechos y me pellizca. Su boca va hacia un pezón, luego saca la lengua y lame alrededor, hace círculos con la lengua alrededor de mis pezones y mete los dedos en mi boca, los moja de saliva y doy un respingo cuando los tengo presionando mi clit y me agito impulsivamente. Su boca febril, exaltada, parece haber enloquecido mientras circula fogosa por todo mi cuerpo. Me besa, me chupa, me muerde... Oh Dios. Me está mordiendo... No desgarra la piel, pero sus dientes dejan marcas. Sé que en cuanto diga algo, dejará de hacerlo; un simple "no" y parará, pero... pero quiero que siga, quiero saber hasta dónde está dispuesto a llegar, pero sobre todo quiero que siga porque... Ahhh, mmmmmmm.
Se precipita de nuevo sobre mí, sus ojos a la altura de los míos, y noto algo extraño en su mirada. Algo extrañamente familiar. Salvaje. Guía con la mano su pene presionando.
-Quiero hacerlo.
-No. Sabes que no puedes. No estás preparado.
-Voy a hacerlo Summers.
-No. Te digo que no. ¿Es que acaso vas a mandar tú? Yo soy tu entrenadora y te he dicho que no.
-De eso nada, guapa. Voy a hacer lo que me salga de los huevos, porque tú ya no eres mi instructora -sus ojos echan chispas, sus pómulos están más marcados que de costumbre, por apretar con fuerza los dientes-. Tú ya no das las órdenes. Estoy harto de que tomes tú las decisiones, de que me mangonees como a una marioneta. Tú tiras de los hilos y yo me someto. No. Ya no. Nunca más. Voy a hacerte todo, todo lo que yo quiera, pero no empezaré hasta que no me supliques que lo haga, hasta que no me ruegues, hasta que no me implores que lo haga...
-Siiiií, por favor, sí. Hazlo, hazlo, hazlo...
Por fin. Por fin. Por fin. Por fin. Ahora ya está preparado. Hasta que no se rebelara y se impusiera, como un igual, no como un subordinado, no estaría preparado. El tiempo que tardara el eyacular me traía sin cuidado. Era necesario que tuviera experiencia, pero sobre todo era necesario que tuviera seguridad en sí mismo. Y esa seguridad en su tono de voz, esa forma de hablarme, esa forma de... de morderme me ha excitado tanto que temo que en cuanto me penetre me correré.
Espero impaciente y contengo la respiración. Las correas elásticas me permiten envolverle con mis piernas y subir mis caderas para facilitar el ángulo. Sin dejar de mirarme me toma, me conquista, se apodera de mí, se adueña de mi voluntad. Le siento dentro. Todo él entrando en mí, no sólo su polla. Es como si todo su cuerpo, toda su alma estuviera irrumpiendo en mí, dentro, dentro, dentro. Las paredes de mis músculos internos le acogen con devoción, palpitantes del deseo. Me mira extasiado y ambos soltamos el aire de nuestros pulmones a la vez en un intenso gemido. Se mueve despacio, besándome con pasión y deseo desesperadamente abrazar su espalda, tocarle. Parece que lee mis pensamientos porque sus manos van hacia las correas y, sin dejar de besarme, me suelta las manos.
No se puede describir con palabras. Todo mi cuerpo tiembla. Me lo hace despacio, sintiéndome, y yo le siento... Oh, siiiiiiií, Dios.... le siento. Siento sus labios en los míos, sus manos acariciándome y su polla dentro, entrando y saliendo de mí. Como en el combate, no todo consiste en entrenamiento. Para esto también tiene instinto. Tengo la impresión que en cada incursión se apropia de mi cuerpo, soy suya, suya, toda suya; cada movimiento de sus caderas es una orden directa a mi corazón, que le obedece a él, y hace que toda mi sangre, en cada potente latido, baje hasta un punto. Allí, en ese punto ardiente está toda mi sangre retenida, encadenada, clamando por liberarse, desesperada. Me atrae más hacia sí, para permitir un mayor contacto, moviéndose en pequeño círculos, entrando y saliendo de mí, rozando con su hueso pélvico el punto del placer, el punto ardiente, casi incandescente. Y es como acercar la mecha encendida a la carga explosiva. BOOOOM.
El orgasmo es como un torbellino inmenso que me hace gritar y arañarle la espalda, moviéndome violentamente contra él, estrechando más su magnífico miembro en mi conducto caliente, le empujo con mis caderas ansiosa, más rápido y ambos gemimos, aullamos, porque noto que también se está corriendo. Acabamos sudorosos, su corazón latiendo sobre el mío, sin aliento. Pasa el tiempo y seguimos así, abrazados, en silencio, abrazados, corazón contra corazón.
-¿No... no dices nada? -su mirada azul intensa me abruma, como siempre.
-No puedo hasta que tú no me hables. Ya lo sabes. Las reglas de tu juego. No me atrevía a abrir la boca por si parabas.
-Ah, no me acordaba...
-Te quiero -le abrazo fuerte- Cuánto te quiero...
-Yo también -acomoda su cabeza en mi pecho-. ¿Ha... estado bien?
-Yo diría que mejor que bien. Ha sido... DIVINO.
-Para mí también -se incorpora un poco y me mira- ¿Tú estuviste allí, verdad? Cuando estuviste muerta, digo. Yo creo que estuve en el cielo cuando Angel me besó y me dio su mensaje. Era... No sé explicarlo.
-La sensación de la más absoluta y pura felicidad. Lo sé.
-Por eso Angel se quedó. Pero yo no podía quedarme. Supongo que era por esto. Por tí. Estar dentro de tí es mejor que estar en el cielo. Hacer el amor contigo es mejor que un millón de cielos.
Sé lo que quiere decir. Cuando volví de la muerte sólo el sexo con Spike me hacía sentir que volvía allí, a las puertas del cielo. Hoy he traspasado el umbral de esas puertas. Se lo digo y me sonríe, satisfecho.
-¿Puedo pedirte algo? -me dice, desatando mis piernas de las correas.
-Si me lo pides por favor, y suplicando mucho, a lo mejor te digo que sí... ya veremos -me río, sus manos acarician mis piernas, su boca me chupa el dedo del pie.
-Quiero follar contigo.
-¿Y que acabamos de hacer? -me río de nuevo-. No creo que hayamos estado jugando al ajedrez.
-Hemos hecho el amor. Ahora me gustaría follar. Sin normas, sin reglas, sin... restricciones de ningún tipo. Quiero hacerlo todo. Quiero alternar. Hacer el amor con ternura, follar como bestias después y luego otra vez hacemos el amor y luego otra vez follamos y luego...
-Sí, para ya. Ya lo he captado. Mmmmm. ¡Aaaaaau! -se abalanza entre mis piernas como poseído, chupándome con hambre voraz- Mmm William...
Salta sobre mí, sujetando mis muñecas con fuerza, las aletas de la nariz dilatadas, pura excitación.
-No. No me llames William. Ahora no. Llámame por mi nombre de guerra. El nombre que clama por salir de tu boca cuando me besas, cuando te corres. Spike ha vuelto a casa, amor, ha vuelto a darte lo tuyo, lo que tú necesitas. Voy a follarte. Te la voy a meter hasta el fondo, una y otra vez, una y otra vez. Te la voy a meter por todas partes, muchas, muchas, muchas veces. Te voy a estar follando toda la puta noche, toda la puta noche, amor, como un salvaje, como a tí te gusta, como a mí me gusta.
-Oh, sí Spike. Sí. Sí. ¡SÍ! ¡FÓLLAME! ¡AHORA! ¡YA! ¡Metémela ya!
-Tus deseos son órdenes para mí, cazadora.
Pone mis piernas sobre sus hombros e irrumpe con ímpetu dentro de mí, su polla enorme me llena, suenan fuerte, los golpes, excitantes, carne contra carne, tomando mis pechos con sus manos, con fuerza, con ansia. Arremete con ganas, rápido, fuerte, más rápido, más fuerte, placer en estado animal, salvaje, lujuria, pecado puro. Necesito que entre más, más profundo, más adentro. Le empujo con fuerza con las piernas y le aparto de mí, giro ágilmente y me pongo de espaldas, sobre mis rodillas, la cabeza baja. Me penetra de nuevo con furia, rápido y fuerte. Embestidas profundas, completas.
-Dios, sí, así Spike, fóllame así, como tú sabes, cariño, más fuerte, más rápido,..
Dos orgasmos. Salvajes. Uno tras otro. Creo que Spike se ha corrido tres veces dentro de mí, sin sacarla. Puro Spike. Puro sexo. Indecente, agresivo, obsceno, vicioso. ¡Aaaaaaaaaaaah! Se deja caer sobre mi espalda, mojada por el sudor, sacándola ya. Se levanta de la cama. Yo aún estoy temblando. El semen mezclado con mis fluidos baja por mis muslos cosquilleando, como una ligera caricia post-coital.
No. No es la única caricia. Vuelve al lecho con una toalla y seca mi sudor, mi humedad.
-Estás temblando, cariño. Si se te enfría el sudor encima vas a pillar una pulmonía.
La suavidad de la toalla sobre mi piel no es nada comparable a la suavidad de sus palabras, de sus besos tiernos. Se vuelve a dejar la toalla en la mesilla. Ay Dios. Su espalda. No sabía que le había arañado tan fuerte, hasta llegar a desgarrar profundamente la piel y hacerle sangre.
-¿Pero qué coño te he hecho en la espalda? ¿Seré bestia? Eso hay que limpiarlo con un antiséptico o se puede infectar. Mierda. Lo siento. Traeré un poco de yodo y unas gasas...
-No. Ya voy yo -se levanta y va al cuarto de baño. Vuelve con unas gasas y una botellita.
-¿Alcohol? ¿Tú estás loco? Traeré el yodo, el alcohol te va ha hacer rabiar.
Me coge de la mano y me detiene, mirándome fijamente.
-Lo sé. Quiero volver a sentirlo. Será como volver a sentir tu orgasmo, será como volver a dejar de ser virgen -me entrega la botella de alcohol y la gasa-. Por favor...
Se tumba de espaldas sobre la cama. Yo echo un poco de alcohol a una puntita de la gasa y me mira sonriendo.
-No. Así no. Deja caer un chorro directamente de la botella sobre la herida.
-No, William. No quiero hacerte daño.
-Por favor, por favor, quiero sentirlo de nuevo, me muero por sentirlo de nuevo.
Lo hago. Dejo caer el alcohol. Se arquea y se estremece, apretando los dientes, dejando escapar un ligero quejido. Limpio la sangre con la gasa con ligeros toques.
-Otra vez... -la profundidad de su voz me trastorna.
Lo vuelvo a hacer y contiene la respiración, dejando después escapar un suspiro. Cuando se vuelve, está super empalmado. Su polla gigantesca parece incluso más grande. Alarga la mano hacia el maletín negro y lo abre. Extrae un frasco. Lubricante sexual. No es necesario decir nada. Sé lo que quiere.
Recuerdo la primera vez. Con Spike, evidentemente. Fue también la primera vez que jugábamos con las esposas. Puso las manillas a mis muñecas y enganchó la cadena a una polea del techo, mis manos en lo alto, con los pies casi de puntillas, contra la pared. Yo estaba muy nerviosa. Era la primera vez que me ataba y estaba completamente indefensa, vulnerable. Me decía a mí misma que estaba loca, que no era seguro, que Spike era un peligroso asesino, pero eso mismo creo que me excitaba aún más. Se acercó, me dio la vuelta con brusquedad, mi cara contra la pared e intentó meterme un dedo en el culo. Aún recuerdo su voz burlona.
-Lo suponía. Territorio virgen. Supongo que la noche que pasaste con Angel fue un soso misionero y tengo la impresión de que el soldadito era bastante conservador en materia de sexo ¿me equivoco? Si juraría que hasta ahora nadie te había comido bien tu lindo conejito ¿verdad?
No. No se equivocaba. Angel fue encantador en mi primera experiencia sexual, yo era una cría y claro, nada de sexo oral y menos de sexo anal. Riley era muy clásico. Algunos cambios de posturas, me tocaba, me acariciaba, pero nunca bajó al pilón. Yo no siempre me corría cuando nos acostábamos juntos, pero eso no era importante.
Spike fue el primero en lamerme el clit. Tenía razón, aunque yo no estaba dispuesta a admitirlo. Ocurrió la primera vez que nos acostamos, en esa casa en ruinas. Lo habíamos hecho ya varias veces y siempre me tocaba, me presionaba ahí, para que mis orgasmos fueran más fuertes. Yo me había dormido y me despertó su lengua fría deslizándose hacia la entrada de mi vagina, entrando y saliendo, y luego lamiendo con fuerza el clítoris. Nunca me habían hecho algo así. Tan... tan mmmm.
Spike me enseñó todo sobre sexo. Sexo puro, duro, perverso. En aquella época le utilicé, sólo para satisfacerme, porque para mí no era una persona. Era una... cosa. Pero esa cosa me amaba y eso, aunque yo no quisiera admitirlo, era importante.
Y allí estaba yo, esposada, inmovilizada, de cara a la pared, temblando al sentir un frío dedo untarme de aceite el orificio anal.
-Duele -susurró a mi oído-. No te lo voy a negar. Las primeras veces siempre duele. Lo sé. Pero te acostumbrarás y luego te gustará. Eso también lo sé. Te conozco, amor. En el fondo eres toda una viciosa, sólo había que pelar un poco la superficie de niñata perfecta. Voy a seguir pelando, voy a llegarte al fondo, muy al fondo. Profundamente. Prepárate.
Tenía razón. Dolía. Su polla fría iba entrando en mi culo, que estaba muy tenso, muy apretado y aunque echó litros de aceite, dolía. Pero también tenía razón en todo lo demás. Luego me gustó. Siempre iba bien engrasada porque aprovechaba cualquier ocasión para metérmela por detrás. Incluso una vez me lo hizo en el Bronze, en el balcón del piso superior, mientras mis amigos bailaban abajo, casi a la vista de cualquiera de ellos. Se acercó por detrás, me subió la falda, me bajó las bragas mientras yo le decía que no, le pedía por favor que no lo hiciera, que allí no, así no, pero no le detuve.
Porque lo estaba deseando.
Como ahora.
William me introduce un dedo, bien untado de lubricante.
-Uh! Esto está mucho más estrecho. ¿Estás segura de que no te dolerá?
-Llevo tiempo sin hacerlo. Lo más probable es que se produzcan algunas pequeñas fisuras y puede que sangre un poco, pero no te preocupes.
-No -me da la vuelta y me besa, un beso dulce y maravilloso-. Déjalo. No quiero hacerlo. Nunca más dejaré que mi placer esté vinculado con tu sufrimiento. Nunca más. Yo... ya no soy así.
Sigue besándome con una pasión que me desarma, tanto como sus palabras.
Cojo la botella de lubricante y le siento frente a mí.
-No. Te he dicho que...
-Shhh. Calla... Por favor... Quiero sentirlo... quiero sentirte. No es dolor. Es como el alcohol en la herida en tu espalda... Es placer... Tu placer y el mío...
Mientras hablo echo una buena cantidad de crema sobre su polla, que está tan gruesa, tan dura que ha adquirido un color purpúreo por la excitación. Me doy la vuelta y me pongo de rodillas, a gatas, esperando, estremecida por el deseo y algo tensa también.
Su boca pasea tranquila por mis nalgas, besando, lamiendo, sus manos en mis pechos, acariciando con suavidad mientras besa mi nuca. Siento la punta rozando e intento relajarme, relajar la tirantez de mis músculos, de mi esfínter. Me penetra despacio, mete la punta y espera.
-Hazlo tú. A tu ritmo. Tómate tu tiempo - me dice besandome la espalda, agitado. Sé que está desesperado por embestirme, pero entrelaza sus manos con las mías y espera. Yo voy bajando, sentándome en él, empalándome en su enorme y grueso pene. Ooooouh. Sus dedos expertos van hacia mi clit y pronto el dolor, el ardor, es placer en estado puro, intenso, intenso, intenso. Me empuja hacia adelante de nuevo, recolocándome a gatas. Deja caer todo su peso sobre mí, tumbándome en la cama, su pecho sobre mi espalda, sus brazos sobre los míos, sus dedos entrelazados con mis dedos, su aliento, sus jadeos ardientes en mi nuca mientras sus caderas se impulsan, quema, quema, quema, quema. Un vampiro tiene la polla fría, muy fría, y eso alivia. Ahora no. Ahora quema. Me arde cada vez que entra y sale de mí. Oh, Dios, sí, y me gusta... Me encanta... hasta el delirio... hasta volverme loca, loca, loca... Me impulso hacia atrás, de rodillas, y se clava más en mí, sujetando mis caderas, y mis gemidos son salvajes.
-Tócame... ahhhh... por favor... ahhhh... Spike... tócame como tú sabes, fóllame como tú sabes... hasta el fondo... ¡AAAAAAAH! ¡SPIIIIKE! ¡MÁS FUERTE! ¡AAAAAAH!
-Sí, sí, sí... SÍ SÍ... ¡SIIIIÍ!... ¡SÍ, AMOR!... ¡SPIKE HA VUELTO A CASA!
Me sigue embistiendo con fuerza, la saca completamente y luego la vuelve a meter, profundo, hasta el fondo, hasta lo más hondo, con su dedo en mi clit, presionando a cada embestida, rápido, rápido, rápido y fuerte, fuerte, fuerte, fuerte, todo duro, grande y duro, me empuja sujetando mi cuello sobre la cama, tira de mis muñecas hacia atrás y me monta salvajemente. Su polla dentro de mí, ceñida a mis músculos que se contraen del intenso orgasmo y su semen fluye al fin liberado, al fin en casa. Y Spike se corre gritando mi nombre... mi nombre.
***
He dejado de ser Summers y ya no soy la entrenadora de William. Ahora nos llamamos ya por nuestros nombres de pila y nuestra relación es oficial. William ha aprobado las pruebas de acceso al personal de profesorado de la escuela de cazadoras, pero lo más probable es que no nos quedemos en Londres. La boca del infierno de Cleveland vuelve a estar activa y van a necesitar nuestra ayuda. Nos trasladamos allí la próxima semana, pero hasta entonces quiero disfrutar de la compañía de mis amigos. Es el día de Ación de Gracias y, aunque no estemos en América, deseaba celebrarlo, deseaba verles, así que les mandé un billete pagado de avión y aquí estamos. De nuevo juntos. Los Scoobies. La pandilla de Sunnydale.
Connor y Dawn hacen manitas debajo de la mesa, Xander y Andrew discuten sobre unos cromos de Stark Treck (típico, siguen siendo unos críos inmaduros, por mucho que pasen los años), Willow y Kennedy se pasan la salsa de arándanos y Faith, más que trinchar el pavo, parece estar luchando con él. Echo de menos a Angel. Me consuela la idea de que ahora, en estos momentos es inmensamente feliz en el cielo, supongo que escuchando a Barry Manilow. Giles nos mira a William y a mí, que nos besamos, y sonríe condescendiente, moviendo la cabeza y limpiando sus gafas con la camisa.
Giles ha sido más padre para mí que mi propio padre, por eso necesitaba su aceptación, que nos diera su bendición. A Giles nunca le gustó Spike, pero William es otra cosa. William le cae bien, porque es todo un caballero inglés. La verdad es que todos mis amigos están bastante pasmados al descubrir a este nuevo Spike, tan cariñoso, tan atento y sociable. Incluso a Xander le gusta, y eso que al principio era algo frío y seco. William lo nota y oigo como le dice:
-No sé que te hice en mi vida pasada, Alexander, pero seguro que te debo una disculpa. Sea lo que sea, yo no lo recuerdo, pero me encantaría que empezáramos de cero -y le ofrece la mano, con su sonrisa más encantadora.
Yo le pego una patada a Andrew bajo la mesa, cuando va a contarle lo de Anya. Nada de malos rollos ni de historias truculentas del pasado.
Xander mira a mi ex-vampiro, extrañado por recibir una disculpa. Al final se rinde, sonriendo.
-Bu... bueno. Ese asunto pasó hace mucho tiempo. Tú eres otro hombre, así que, por mi parte, ya está olvidado. Te rogaría que me llamaras Xander, como me llaman mis amigos -le estrecha la mano-. Me alegro de conocerte, William.
William. Mi amigo, mi compañero, mi amante, mi marido. Mi alma gemela. El hombre de mi vida, con quien voy a tener hijos y a envejecer a su lado. Ese es William.
Pero nadie sospecha que en la penumbra, en la intimidad, sobre las sábanas de seda de nuestro lecho, William se convierte en Spike, mi amante salvaje y lascivo. Follamos como locos todas las noches, pero no hay día que no se despierte abrazado a mí, sonriente y susurrando mi nombre. Mi nombre.
FIN
9 comentarios:
Sigue escribiendo, por dios. No lo dejes. Hoy he descubierto este blog y me lo he leído entero. Creo que esta es mi historia favorita. No lo dejes. No entiendo por qué no tienes mil comentarios.
Saludos.
Me hubiera gustado mucho que te hubieras extendido más en el momento en que se pone el abrigo. Y recordando el capítulo en el que se emborrachaban Ángel y Spike que hiciste tan bien, ojalá hubieras escrito una escena de borrachera de William perdiendo el control con Buffy y volviendo (casi) a ser Spike... Es lo que todos deseamos leer...
Ojalá escribas más Spuffy, lo haces fenomenal.
Ah, el momento del helado y de la bolsa de cielos fue como DIOS, qué duro... Me encantó. Y con el "Llámame por mi nombre de guerra" y lo de "Spike ha vuelto a casa" estaba batiendo palmas... Lo que más me puso fue el momento en que se tira a Buffy en la "ducha" gritando "¿Quién es el amo?" pero sobre todo lo que me ha llamado la atención es cómo escribes los diálogos: los personajes son ELLOS en otras situaciones, pero son ellos... Por eso estoy escribiendo aquí por tercera vez, no sólo porque me pongan estas historias eróticas, que lo hacen, sino porque he disfrutado con ellas como si estuviera viendo la serie... Me he reído un montón con algunos diálogos: "Spike, deja de dar por culo" xDDD
Espero que escribas más Spuffy, aunque parece que este blog lleva años abandonado...
Muchas gracias por tus comentarios. La verdad es que sí, tengo ya el blog abandonado, tal vez por eso mismo, por los pocos comentarios que suscitó en su momento... Bueno, yo también disfruté mucho al escribir la historia. Deseaba desesperadamente un final distinto, y ahí está. Siempre he adorado el personaje de Spike, y creo que se nota. Tal vez vuelva a escribir sobre ellos, no lo sé... Aunque he escrito otras historias con los personajes de la serie publicadas aquí después, ésta fue la última que escribí. Me pareció que su final era perfecto y que era el fin de una etapa.
Reitero mi agradecimiento por comentar. Como verás, nadie se toma esa molestia. ¡Saludooos!
Bueno, aquí tienes una lectora de todo el spuffy que quieras sacar... pero ya digo sobre todo esta historia que me encanta me hubiera gustado que la hicieras más larga en medio, que hicieras más capítulos con william humano... antes del final, que es perfecto... que fuera recordando cosas, cómo le afectan los sueños, que perdiera el control, más angst por ahí, más de su inseguridad, de sus celos (consigo mismo !!!) lo dicho, que aquí tienes una lectora de spuffy. Yo también adoro a Spike, a mí también me hubiera gustado que la cosa acabara distinto.. por eso me gustó tanto tu historia...
por si sirve de estímulo, yo voto porque hagas un fanfic dentreo de tu propio fanfic, es decir, entre el capítulo anterior y este que te extiendas... haz como si fuera una novena temporada :) mete un malo!!! y a ver cómo se las apañan buffy y william que no es spike pero que tiene sueños y va recordando cosas, que tiene fuerza de vampiro, que la quiere y se siente culpable y a la vez celoso de sí mismo... que entre faith en escena, que lo "maquee", que se vuelva a teñir, que se pinte las uñas, que agarre el abrigo... que descubra lo que le gusta matar, igual que en el episodio de la séptima temporada cuando se carga el demonio y se enciende un cigarro...y que el hecho de que le guste matar le dé miedo...
vales para escribir no solo erotico sino con historia...
besosss!!! entraré de vez en cuando, ojalá me lleve una sorpresa :)
o que sienta tentaciones de volver a ser un vampiro, que le dé curiosidad... que estén a punto de convertirlo... que persiga vampiros para ver cómo cazan y matan y que luego con remordimientos los mate... hay mil historias... aquí te estaré esperando!
Mira, desde aquí:
"-Ese es el problema. Que tú no recuerdas. Eres otro hombre. Pero yo no puedo ver en ti a William Pratt. Mi mente quiere convencerse de que eres otro hombre, pero no puedo engañar a mi corazón. Eres Spike y... no puedo seguir. Lo siento. No porque me repugnes, sino porque me atraes demasiado. Llamaré mañana a Faith, para que venga a ocuparse de tu entrenamiento. "
¿quién mejor que faith para sacar de nuestro chico a la bestia? Celos de Buffy, Spike recordando, Spike matando, Spike a punto de volver a ser un vampiro...
ESCRÍBELO O ACABARÉ HACIÉNDOLO YO jajaja
Besos, ya sí que dejo de comentar, qué pesada soy :)
Hola Feather, tengo otros proyectos ahora, así que dudo que vuelva a escribir sobre esto, pero tu último comentario es una idea. ¡CLARO! ¡ESCRIBELO TÚ! Te lo digo en serio, creo que tienes capacidad e inventiva para hacerlo y te aseguro que para mí sería un honor.
Un saludooooo, y no, no eres pesada, jajaja
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